“Hay profesores que marcan con palabras. Otros, con presencia”
Luana Maldonado
Martes, el profesor Erlan Mendoza ya se encuentra en el aula de 5ºB incluso antes de que suene el timbre. Se para frente al curso con una actitud firme, pero no rígida. Saluda con respeto, y con ese gesto, todo el ruido del recreo parece bajar de volumen. Los estudiantes, conocidos por ser participativos e inquietos, se sientan. Escuchan.
—Hoy hablaremos de normas APA —dice directamente, como si no hiciera falta más introducción.
Y no la hace. La clase avanza con claridad. El profesor no usa hojas impresas ni un esquema rígido, pero sí tiene un orden: nada de celulares, un descanso breve cuando corresponde, y sobre todo, buena comunicación. Maneja el ritmo con naturalidad, como quien sabe que enseñar no es sólo hablar, sino guiar. Aún en medio de la semana de recuperatorios, él ya había adelantado el tema la semana anterior. No improvisa. Planea.
Miércoles, esta vez en 6ºB, un grupo más sereno. El profesor entra y vuelve a saludar con esa misma mezcla de firmeza y amabilidad. Todos lo miran y lo respetan. El tema no son normas APA, sino una serie de preguntas que los estudiantes deben responder. Prende el data y empieza a guiar la clase. Explica con calma. Dicta si es necesario. Pero lo más importante es cómo lo hace: su tono es tranquilo, su mensaje es claro, y su presencia impone sin asustar.
Una frase resume todo lo que pasa en sus clases: el respeto es su valor principal, y lo lleva a cada aula.
No enseña desde el miedo, ni desde la presión. Enseña desde el ejemplo. Se gana la atención sin levantar la voz. Pide silencio sin confrontar. Y logra que, incluso los más inquietos, se sienten bien y participen.
Formado como ingeniero en sistemas en la Universidad Domingo Savio, con estudios en pedagogía y educación superior, el profesor Mendoza ha elegido un camino donde la técnica se combina con la vocación. No sólo explica conceptos: acompaña procesos. Es puntual, respetuoso y exigente, pero también cercano.
Podría parecer una clase cualquiera, pero al salir, nos damos cuenta que no lo fue. Porque cuando un profesor enseña con respeto, deja huella.
Y eso lo afirman muchos de sus alumnos y exalumnos, que lo describen como un docente cercano, confiable, exigente pero justo. Alguien que guía sin imponer, que enseña sin humillar, y que logra atraer la atención y trasmitir su conocimiento con respeto y vocación.
Así es el estilo Mendoza.
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