Hay historias que no sólo se cuentan, sino que se sienten. Y la del colegio San Bernardo de Tarija es una de ellas. Una historia tejida con vocación, sacrificio y visión; una historia que no ha dejado de crecer desde aquel 12 de febrero de 1962, cuando cuatro maestros decidieron soñar en grande por la educación de Tarija. Amanda Ramírez de Zamora, Mery Dérpic de Solares, Teresa Castellanos de Ávila y Carlos Ávila Claure fueron los protagonistas de una decisión audaz: fundar una institución educativa particular que respondiera a la creciente demanda de estudiantes del nivel secundario.
Frente al limitado número de colegios, su propuesta fue más que una alternativa; fue una respuesta generosa y visionaria que nació del amor por la enseñanza.
Aquella idea, discutida tantas veces entre libros y pizarras, se convirtió en acción. Con respeto profundo a la personalidad de cada estudiante, y con la firme intención de fortalecer su identidad, estos maestros crearon un espacio donde los valores éticos, el amor por la tierra chapaca y las costumbres se entrelazaron con el conocimiento.
El colegio no nació en un edificio, sino en la convicción. En aquellos primeros días no hubo lujos, pero sí abundó el espíritu solidario. Los profesores donaron escritorios, sillas, libros y, sobre todo, su tiempo. Muchos no cobraron un solo centavo durante el primer año. Lo hicieron por vocación, por el compromiso con una educación verdaderamente transformadora.
Bajo el nombre simbólico de San Bernardo de Tarija —sugerido por el Dr. William Bluske Castellanos— el colegio abrió sus puertas. No fue fácil. Funcionó primero en tres locales distintos, hasta que en 1979 regresó a la amplia casona de la calle Alejandro Corrado, donde encontró su identidad arquitectónica y espiritual.
Los logros oficiales no tardaron en llegar. En 1963, el Ministerio de Educación y Bellas Artes otorgó la Resolución Ministerial N.° 594 que autorizó el funcionamiento del colegio. Poco después, se aprobaron los cursos superiores y la sección primaria. Para 1983, se consolidó su estructura legal con la Personería Jurídica de la Cooperativa Educacional San Bernardo de Tarija.
Cada hito en su historia tiene rostro y nombre. En 1963, egresó la primera promoción: los “Estudiantes de Oro”. En 1964 se abrió oficialmente el ciclo primario y en 1986 el nivel inicial, que tras una pausa fue reabierto con entusiasmo en 2004.
Hoy, en este 2025, el Colegio San Bernardo se prepara para celebrar un nuevo aniversario con la misma pasión que inspiró su fundación. Más de seis décadas han pasado desde aquella chispa fundacional, y lo que empezó como un acto de fe se ha convertido en un referente educativo. Con una formación integral, inclusiva y de excelencia académica, San Bernardo sigue apostando por una educación que abraza la ciencia, el arte, el deporte y, sobre todo, los valores que hacen grandes a las personas.
Porque la historia de San Bernardo no es solo la de un colegio. Es la de una comunidad que cree, sueña, enseña… y transforma.
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